viernes, 27 de marzo de 2015

Feliz Cumpleaños

Amigo, ¡feliz cumpleaños! Deja recordar, me parece que estás cumpliendo…. Sí, estás cumpliendo siete años querido amigo. Los mismos años que tenemos ya en esta isla. Solos. Te confieso -por si acaso no lo habías notado- que al principio, cuando fuimos arrojados a esta playa, me sentí angustiado, inseguro, con miedo a, bueno ya sabes, a no saber cómo iba a sobrevivir en medio de la nada. En una tierra completamente desconocida y, bueno, tú entiendes. Uno no sabe qué peligros tendrá que afrontar en un lugar del cual no conoce nada. Además, nunca asistí a un curso de supervivencia. No tenía siquiera una idea de cómo construir un refugio.
Afortunadamente, nunca tuvimos que afrontar algún temporal violento, antes que hubiera podido ingeniarme cómo tomar las mínimas precauciones para poder seguir con vida. Así que, cuando las tormentas llegaron, ya había conseguido hacer un buen refugio. Luego, me fui dando cuenta que, a medida que las tormentas iban siendo más severas, cada vez contaba con un refugio mejor construido. Gracias a esto, hemos logrado sobrevivir querido Wilson. Hemos sobrevivido hasta hoy. No habrías podido celebrar este séptimo cumpleaños de no haber sido así.
Sí, bien que estoy consciente de lo que me dices. Has tenido que soportar mis momentos de desesperación y mis charlas no siempre han sido del todo coherentes. Pero ¡qué podías haber esperado de un náufrago en plena desesperación!
Además, qué podrías decir tú, que en la primera picadura perdiste todo tu aire. ¡Jajaja!
¿Qué? ¿Acaso no puedes mostrar un poco de buen humor ni siquiera hoy?
¡No seas un cascarrabias y piensa! ¿Crees que hemos estado solos en esta lucha? Resolviendo contingencias e imprevistos, adaptándonos al inhóspito ambiente de esta bella isla. Aprendiendo paciencia, a fuerza de mirar el sol salir y luego ocultarse en la monotonía de días y semanas, en las que no pudimos solucionar cómo salir de aquí.
Por cierto, cuando me decidí por dejar de preocuparme si alguien habría descubierto alguna de las botellas que enviamos al mar pidiendo auxilio y que alguien nos rescatara. Y dejé de imprecar a Dios por ello. Y decidí que la forma de no sentirnos prisioneros de esta isla, era pensar. Sí, pensar cómo salir de aquí, y entretanto, pensar que aun aquí estamos libres. Mis pensamientos de reproche cesaron, y me dediqué a ingeniarme cómo ayudarnos. Ayudarnos aquí y buscando la forma de escapar de este cautiverio. Las cosas comenzaron a ser distintas. Empecé a disfrutar de este lugar. Nunca conocí Hawai, pero seguramente no es mejor que este lugar. Hay aves exóticas y hermosas, y bellos parajes que antes no había sido capaz de apreciar. Solo entonces comprendí que al seguir vivos, estaba siendo un ingrato con Dios. Que habíamos salido con vida del accidente, y que esto nos daba la oportunidad de agradecerle, y de encontrar una salida a toda esta situación que me desagradaba tanto.
Entonces mi esfuerzo no solo se dirigió a mejorar nuestra situación inmediata. Qué comer o cómo protegernos de las condiciones del ambiente, de la exposición prolongada a los rayos del sol, o de los riesgos de una lluvia torrencial. Fue entonces que pude concentrarme en encontrar la manera de dejar un buen día este refugio, y quizá contar nuestra experiencia a los demás.
He progresado en esta tarea Wilson. Ya casi está lista la balsa, y estoy más enterado del curso de las corrientes, de las mareas, de la dirección del viento, de las horas diurnas. He aprendido a orientarme siguiendo las estrellas de noche. Y también, tengo una idea más clara de cómo mantenernos con agua potable y cómo pescar en alta mar. Esta es la sorpresa que quiero darte como regalo de cumpleaños querido amigo.
Pero lo mejor, es que estoy aprendiendo a esperar el momento oportuno para lanzarnos a vencer la distancia que separa esta isla de la tierra firme. Además, -y espero que no te burles- pienso que mi comunicación con Dios, está mejorando. Tanto, que ahora le agradezco a Dios por tu compañía querido Wilson.

Así pues, querido amigo. Espero que este sea un excelente e inolvidable cumpleaños. 


martes, 6 de noviembre de 2012

Mañana será otro día...

Sí amigo, sé lo que estás pensando. Sí, ayer fue un día difícil. Grité, pregunté, le reclamé a Dios por su silencio por todo este tiempo de soledad, de súplicas sin respuesta, de todo este tiempo de espera estéril, de esperanzas rotas. Por todo este tiempo en el que he venido recordando y cavilando en relación a todos los engaños, toda la hipocresía, toda la ineficiencia, todos los mitos, todos los abusos de confianza, todo el fraude moral y espiritual de que fui víctima por tantos años.

Le preguntaba a Dios, y  te lo confieso ahora, porque todo esto lo grité y lo dije en un sitio donde estuve completamente a solas con Dios. Le preguntaba, no, en realidad: le reprochaba, por qué no había recibido un poco, al menos un poco de lo necesario para salir de aquí. Cosas que me permitieran saber, entender, sentir, que mi voz es oída por él. Poder tener un poco más de seguridad y confianza que algún día lograría -lograríamos Wilson- salir de esta  prisión en que se ha convertido este bello lugar de la tierra, esta isla donde pude llegar –con el favor de Dios- para sobrevivir.

Yo estaba furibundo, fuera de mí, desesperado. Altanero, irreverente, llorando Wilson, llorando. No con ese gemido con el que lloré la muerte de mis padres, pero sí, con un profundo dolor por la ausencia de mis hijos, a quienes extraño desde que llegué a esta isla.

No le reprochaba a Dios, por qué me había permitido hacerme a la mar en ese barco en malas condiciones en el que naufragué hasta llegar acá. No, porque no le reprochaba a Dios por aquellas cosas que mi necedad y mi insensatez me han traído las consecuencias lógicas que acarrean las malas decisiones, o los apetitos insanos. Sino por aquellas cosas que jugaron un papel determinante y desgraciado en mi vida. Y por todos los inútiles esfuerzos que he hecho, esperanzado por dejar esta isla, ésta lejana isla apartada de todas partes, donde vivimos querido amigo. Fui un tonto, un ingrato. Una desesperanzada criatura en medio de la nada, atreviéndome a imprecar a mi Creador. Quizá a sabiendas que yo, no lograría acabar con su paciencia, ni mellar siquiera un poco su amor y su comprensión, o –peor aun- su indiferencia.

Porque en el fondo Wilson, no estaba culpando a Dios ni dudando de su poder ni de su existencia por su silencio. No amigo, no pensaba que Dios es cruel, ni que es sordo. Pero, por qué te voy a negar, sí le reproché que me tenga en esta condición, cuando no entiendo qué pasa, por qué vez tras vez, mi paciencia tendría que ser perfecta –como si eso fuera posible-. Como si la perfección fuera una cualidad humana.

Cuando pienso en todos aquellos que viven a sus anchas, y en compañía de sus hijos, es como si los envidiara de veras. Sí, entiendo perfectamente que hay muchos más que envidiarían mi suerte. No lo niego: Sobreviví al naufragio y Dios me provee lo necesario para seguir viviendo. Cuando pienso en aquellos pobres y miserables que no tienen siquiera un árbol que les de sombra ni una fruta qué comer, o un lugar tan hermoso como este. Pero por qué habría de aceptar esa fatalidad como un punto de comparación con el cual menguar mi angustia y mi rebelión. Hacer esto, ¿no sería algo equivalente a codiciar la condición de los que viven en mayor desgracia que la mía? ¿Acaso me podría sentir mejor que Job, solamente porque no tengo tres supuestos amigos que me estén refregando en la cara sus acusaciones sin fundamento? ¿O porque no perdí fama, posesiones, y familia en condiciones inesperadas, inexplicables y cruentas? ¿Es acaso, que todas mis desgracias se las debo a una apuesta entre  Satanás y Dios? ¿O sería acaso, que Dios me estaba provocando una muestra de coraje, para que deje de ser el creyente sumisamente ramplón que he sido en estos años de necesidades irresolutas, de engaños y desengaños, de desilusiones y mentiras?

No lo sé querido Wilson, lo único que puedo decirte, es que después de haberle despotricado a Dios en la cara, después de haberle dicho con sinceridad lo que había en lo más escondido y profundo de mi corazón, quedé vacío, sin más fuerzas, sin más amargura ni reproches. Con una especie de tranquilidad. Esa misma tranquilidad que sientes cuando al fin, has sido capaz de reclamar a otro, por tantos años y tantas veces que has tenido que ceder, que callar, que tolerar humillaciones, y maltrato. Cuando al fin te has armado de valor y coraje para decir llanamente: "no es justo" –no  que pueda yo reprocharle a Dios que él no es  Justo- , cuando al fin has tenido ese arresto de amor propio para decir: ¡Basta! No aguanto más.

¿Sería impropio que un enfermo en un momento de dolor y desesperación se queje por el dolor y por la incertidumbre de su destino?  ¿O simplemente, porque se niega a aceptarlo? Aunque tú no me has dicho nada (ni puedes) para refutarme, deja que lo ponga en este término para que me comprendas:
No sería justo, que un asesino apelara por justicia cuando está consciente de haber cometido un crimen. Tampoco sería justo, que un enfermo de cáncer se quejara de ello, si ignoró la advertencia de los riesgos del tabaco. Ni serian justas las quejas del que está enfermo por las consecuencias de algún vicio. Pero digamos, que una persona que padece una enfermedad cuya causa es ajena a su responsabilidad, o cuyo mal avanza a pesar de haberle buscado algún remedio. ¿No tendría derecho a la desesperación? ¿No crees Wilson, que podría ser comprensible su actitud?

En fin querido Wilson. Que después de la tormenta y de la calma, no me ha quedado por ahora otra cosa que la tristeza de aquel sobreviviente que se detiene un instante a contemplar la devastación. Para después, tomar una pala o sus propias manos, para empezar la tarea de recoger los escombros. Sí Wilson tienes mucha razón. Mañana, será otro día.

Ya’akov Ben Tzyion
Creyente. 

jueves, 10 de mayo de 2012

Dios no es como me enseñaron, pero está ahí...




Vaya noche… relámpagos y truenos literalmente volaban por los aires, resplandecían con grandes destellos. Parecía que cada uno avivaba más y más la furia del viento y de la lluvia, que ululaban juntos con furia.

Sí Wilson, la naturaleza se desató con un despliegue de poder que jamás había visto. Y sí Wilson tuve miedo… por momentos pensé que era el fin. Me vino a la memoria un texto de la Biblia donde alguna vez leí que las islas dejarían de existir. Que desaparecerían de la tierra. Tanto fue mi miedo, que por momentos me pareció haber tenido la visión de un jinete montando un caballo blanco descendiendo del cielo a la tierra. Y detrás un ejército a caballo. En medio de tal conflagración, había momentos que no tenía claro, si lo soñé o lo vi. 

Había instantes que no sabía si seguía vivo, o si ya había muerto en esa profunda obscuridad que quedaba después del deslumbramiento de los fogonazos de los relámpagos y el bramido de los truenos. Llegué a pensar en lo que solían enseñar en la iglesia. Que los creyentes seríamos arrebatados para no ver el juicio de Dios. Y luego, al instante siguiente pensaba si no era demasiado tarde para mí.

Pero aquí, qué podía yo hacer para pecar… no tengo de quién codiciar nada, ni siquiera de ti. Paso tantas horas pensando cómo sobrevivir, y haciendo lo necesario para alimentarme, para proteger mis pies, y cuidarme de las quemaduras del sol. Que de verdad, no recuerdo cuándo fue la última vez que pensé en aquellas fotos de mujeres desnudas.  Ni  cuándo insulté a alguien, o cuándo reñí con alguien. O cuándo miré con lascivia a la esposa de alguien. No Wilson, no he vuelto a beber ron, ni whisky… si hasta el agua de coco no la he vuelto a beber desde que me causó diarrea.

Cuando llegué a la isla empujado por la marea, recuerdo haberle dado gracias a Dios. ¿Cómo podría pecar estando en este aislamiento? Sí Wilson, sí… ya lo sé. Hace mucho tiempo que no pienso en Dios de la manera que solía hacerlo cuando me reunía en la iglesia. En ocasiones no sé si este aislamiento me ha sido benéfico, o si  ha sido como una maldición. Porque Dios ha probado mi fe, incitando mi inteligencia y mi razón a pasar mis conceptos y paradigmas acerca de El, por el tamiz del conocimiento, de la lógica y la razón. Poniéndome delante, una a una las razones que me abrían los ojos a las mentiras que las religiones enseñan sobre cómo es Dios, y sobre quién es Dios. Y pese a toda la evidencia de mentira, y a toda sensación de haber perdido mi confianza en el Dios que antes conocí. Me ha bastado la sola y persistente presencia de Dios, para que mi fe en El renazca. Y si no ha sido Dios quien me ha llevado a cuestionar mi fe, quizá entonces, esta sea la única alternativa que he tenido para pecar contra Dios, estando solo. Escudriñar la verdad, dudando de cada palabra transcrita por los hombres. Aquí solos Wilson, tú y yo, no hay quién me siga inculcando cómo es Dios. Y tú, bueno, pues respetas mi forma de creer, y te lo agradezco Wilson. 

En ocasiones pienso si realmente me escucha cuando le llamo. Y dudo. Pero en momentos como el de anoche… bueno, si Dios no me oye, yo no sé entonces, a quién le debo estar hoy a salvo. Sí Wilson, no exagero. ¿Qué tal si me hubiera caído una palmera encima? ¿O si alguna roca se hubiera desprendido y rodando cuesta abajo me golpeara o peor aun, me rodara por encima? Seguro que ni tiempo habría tenido de darme cuenta y de un momento a otro, habría muerto… ¿A qué, o a quién le debo haber dejado atrás la tormenta de anoche, y haber tenido oportunidad de mirar la luz del día de hoy?

Y no creas que solamente esto. Días hay en que no he logrado pescar un solo pez, a pesar de haber colocado la mejor de mis trampas en el lugar que sé que debo pescar… y sin embargo, he podido pescar hasta con una horqueta. ¿De qué depende esto? Del azar, de la buena suerte, o del cuidado de Dios. ¿Por qué solamente yo me pude salir a salvo de aquel naufragio? ¿Fue solo mi voluntad de vivir  por lo cual alcancé la playa estando inconsciente? Junto conmigo habían personas mejores que yo, más fuertes, más capaces, más jóvenes, y sin embargo, ellos no sobrevivieron, pero yo sí. ¿Qué quiere Dios conmigo?

¡No lo sé! Wilson, después de todo, yo estoy aislado del resto del mundo, y no tengo idea si alguna vez podré dejar esta isla! Sin embargo, pensar que Dios tiene un propósito para mantenerme con vida, es lo que me ha permitido seguir buscando cómo sobrevivir, y tratando de entender Quién, y cómo es Dios. Y qué quiere de mí, y qué quiere Dios que diga a los demás acerca de El, si es que algún día Dios quiere que así lo haga. De no ser por esto, quizá ya habría dejado de luchar por salvarme, por sobrevivir... por creer. 

Sabes Wilson… a veces creo que un día saldré de esta isla para decirle a otros cómo Dios me libró de morir, cómo me sustentó. Para que otros sepan cómo y para qué sobrevivir, a los problemas, a las dudas. A las mentiras. Así es Wilson, Dios no me ha dejado… Dios no es como me enseñaron, pero está ahí, presente en mi vida Wilson. Aunque ni tú ni yo seamos capaces de verlo… aunque no podemos explicarlo, y mucho menos comprenderlo. Sí Wilson, Dios estuvo presente en la tormenta, El me cuidó de la furia de los elementos. De no haber sido Dios, ¿Quién otro podría haberlo hecho?

viernes, 27 de abril de 2012

¡Otra nota lanzada al mar!...



¡Ah! Qué bueno estar bajo esta sombra Wilson… qué cansado vengo de la playa. ¡Sí! Adivinaste Wilson, vengo de allá, de haber enviado una nota más al mar para ver si esta vez sí da resultado…

Aunque en ocasiones me pongo a pensar, si realmente quisiera salir de este aislamiento.

La sombra de las palmeras me parece más agradable por momentos, que la mejor de las compañías…. ¡No Wilson!, no me refiero a ti, por favor no te sientas aludido. Tú eres la mejor de las compañías que podía tener en este lugar. Sucede que en ocasiones hablamos sin pensar mucho lo que vamos a decir.

No me refiero a ti, sino a las personas que conocí antes de llegar a este lugar de soledad.

Y no es que aquellas personas no fueran mejores que yo en muchos aspectos.

No, en realidad conocí personas respetables, eficientes, bondadosas, y otras no tanto.

Lo que digo, es que ahora comprendo por qué los jóvenes son renuentes a seguir los caminos establecidos.

Cuando miran el entorno que los viejos les van dejando, cuando ven la podredumbre, la hipocresía tomando asiento y poder en todo lo que rodea a las sociedades, a los poderes de gobierno, a las cúpulas religiosas. A la moral arcaica, muerta, en descomposición franca del mundo en que vivimos.

Los jóvenes no pueden menos que inclinarse a la rebeldía, a la anarquía.

Arremeter en contra de todo lo establecido. Los menos violentos se esforzarán por cambiar mediante las Instituciones, ejerciendo su derecho al voto, a militar en la oposición.

A hacer su mejor esfuerzo por lograr la excelencia académica, para así ofrecer sus servicios a los necesitados.

Antes la humanidad que el lucro.

Antes el bienestar social que amasar bienes y fortunas.



Así era mi generación Wilson.

Recuerdo que alrededor de los treinta y tantos, solía mirar que la gente de empresa, la gente con iniciativas de progreso, de cambio en todo lo social, era gente de mi generación.

Miraba con asombro gustoso pequeños empresarios, políticos en ciernes, científicos, y todo tipo de gente productiva, estaba empujando hacia una reforma social profunda, hacia un cambio en la economía pública, en una distribución más equitativa de la riqueza.

Estábamos al borde de lograr la restauración de la moral, de la ética.  El surgimiento del país donde nací…

Pero nada sucedió amigo, nada…

¿Sería cuestión de reformar la fe?

¿Sería que no se puede tener moral sin tener Dios?

¿Sería que la hipocresía es resultado de las religiones,

… o es naturaleza humana?

No lo se, querido amigo,…

todos tenemos algo bueno, y algo malo en nuestra mente, en nuestra alma.

Aunque en efecto hay ejemplares entre los humanos que destacan en lo uno o en lo otro.



En ocasiones la vida parece ser una espiral, y en otras,

la Historia parece que solamente da vueltas en un mismo plano,

como un viejo Sansón, que solamente da vueltas a la misma piedra de molino.

Ciego, encadenado, derrotado por sus propios vicios…

Porque no fue la traición de Dalila, lo que perdió a Sansón

… él solo por su necedad, le dio el secreto de su fuerza, y se metió en su cama, y se bebió el vino que lo adormeció para que los Filisteos lo pudieran dejar ciego y encadenado.



Sí Wilson, mi generación también traicionó sus ideales, también fue como Sansón, víctima de sus propios vicios,

… y se dejó seducir.

Y hoy es como un viejo Sansón, fuerte y rabioso, pero encadenado y ciego.



Así somos los hombres, no que Dios quiere que así seamos, no que el diablo nos engañe.

Sino nosotros vendemos nuestra libertad a quien nos sabe seducir.



¡Qué bueno Wilson! Que tú seas solamente un balón con el rostro pintado.



Que duermas bien amigo… ¡Veremos qué suceda el día de mañana!

(Lo que es seguro, es que mañana o después lanzaré otra nota al mar....
¡¡Ahhhhh!!..... ¡Cajum!.... Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz)

miércoles, 25 de abril de 2012

¡Hola Wilson!


¡Caray querido Wilson! ni te imaginas cuánto bien me hace tu amistad, siempre incondicional, siempre paciente, y sobre todo muy atento siempre a todo cuanto tengo que contarte.

¿Cómo dices? … Ah tú siempre tan gentil, pero sobre todo, siempre tan preciso en tus comentarios y tan imparcial en tus opiniones.

Verdaderamente, así debería dialogar la gente, por turnos. Sin arrebatarse la palabra. Sin insultar, sin mofarse, sin descalificaciones mutuas.

¿Te puedo ofrecer algo mientras charlamos?
De verdad, no importa,... no es molestia.  Es un placer, en serio… sí.

Por cierto, Wilson, te has fijado que las charlas de las personas son cada vez  más ruidosas, tanto, que nadie puede escuchar lo que otros dicen.
Es como si fuera un diálogo de sordos. ¡je!

Y luego, las prisas,... todos quieren llegar a conclusiones rápidas por la falta de tiempo.
Nadie tiene ya la paciencia de leer el periódico… ¡No!...
Bueno, y para lo que te encuentras en los noticieros,
¡Puro de lo mismo! Violencia, muerte, abusos, charlatanes, discursos que no dicen nada.
Y si no, … ¡puros chismes de artistas!

¿Y la música?
¡Ah! Bueno si es que al ruido se le pudiera llamar música. ¡bah!
Glenn Miller, Percy Faith, Los Beatles, Chicago... ¡esa sí que era música!
No que ahora…

¿Y qué me dices de las modas?
Todas son cíclicas...
¡Si lo único que falta es que regresen las modas de los '20s!
Bueno, eso sí no me tocó… yo soy más reciente,…

¿Cómo?... ¡gracias Wilson!...
Lo dicho: eres todo un,… un… bueno, estaba a punto de decirte que eres un buen caballero, pero no.
¡No querido! Tú eres mucho mejor que eso.
¡Eres mi amigo!, mi paciente amigo.
Si no fuera por ti.
Seguramente ya me habría vuelto loco, en esta isla.

Solo… sin más horizonte que mirar que el océano, sin más música que el oleaje del mar, y el silbo del aire agitando las palmeras, sin otra tarea que salir de pesca, o reparar el refugio, o tenderme al sol, para luego meterme a nadar un poco y refrescarme.   

Sí, seguramente ya me habría enloquecido, te debo tanto amigo Wilson.
Tanto… que estoy seguro que no puedo calcular cuánto te debo.

Imagina no tengo un cine ni un café a donde ir, ni un museo qué conocer, no hay ningún Mall,
¡Vaya!... Que ni siquiera hay aquí una iglesia, a dónde refugiarme o escuchar un sermón, ya sabes… de esos que escuchaba antes de haber llegado a esta isla.

"Dios quiere que seas prosperado", o… ¿cuántos dicen "amén"?… ¡"Amén"!, o… ¡Levanta tu mano, ahí donde estás, quiero hacer esta oración contigo, para que recibas a Jesús!... ¡¡RECÍBELO!!, ¡¡RECÍBELO!!
¡Ja!, y luego la jergoniza: "arrrabababasieotneowne, sacalabazukarambo"....
¡Que dizque lenguas celestiales...
... y luego las convulsiones y la ezquizofrenia en su apogeo...
En fin, ya sabes todo aquello que solía escuchar, antes de llegar a esta isla…

Así es Wilson, tienes razón, gracias a Dios, que llegué a esta isla, lejos del "Amén" y lejos de las discusiones teológicas, lejos de las denominaciones, de los radicales, de los musulmanes, de los judíos, de los cristianos, y hasta de los hare Krishna. ¡ja!

Estos sí que eran unos ejemplares simpáticos, con sus cabezas rapadas y sus ropas extrañas, ¡ah! Y sus mantras, y sus rosarios. "¡hare krinshna, hare krishna, krishna krishna hare hare, hare rama hare rama, rama rama hare hare!"
Bueno, yo nunca me enrolé en el movimiento Krishna, aunque sí llegué a vivir con una familia devota. 

De verdad Wilson,...
Si pudiera jurar, te lo juraría... 
Pero Dios es testigo que no miento.
Lo más que llegué a hacer, fue comer sus guisos vegetarianos.
Ya sabes... el curri, el arroz integral, eso sí, muy sano, con bajo colesterol.
Y te mentiría si te dijera que me desagradaba comerla.

Por cierto Wilson, ¿Crees tú esa historia que cuentan acerca de Mahatma Gandhi?
¿Cuál?...
¡Aquella hombre!, que dicen que en una ocasión... en Sudáfrica, trató de entrar en una iglesia protestante, y ya sabes, como el apartheid era lo común en Sudáfrica,... pues que le impiden el paso a Gandhi, que quería -dicen- convertirse al Cristianismo... ¡De verdad Wilson!
Bueno,... pues que le cierran la puerta de la iglesia.
Y nada, que Gandhi se quedó con su fe hinduista…
por eso muchos piensan que se fue al infierno.
¡Sí Wilson! Así es,
... y todo porque al morir en lugar de nombrar a Jesús, clamó a Krishna en su último suspiro.

Y yo me pregunto Wilson, suponiendo que la gente que dice que Gandhi se fue al infierno por eso, tenga la razón,...
¿De quién fue entonces la culpa? ¡Digo!...
Suponiendo que Dios le tomó a mal a Gandhi, no haber creído en Jesús...

Bueno Wilson, creo que ya es hora de descansar un poco.
¡Que descanses, Wilson!...
¡No te olvides de decir tus oraciones amigo…
¿Qué?...
¡No Wilson!... No te preocupes,
tu y yo somos libres de platicar con Dios,
como lo hacemos tu y yo entre nos. En confianza,... ¡Pero eso sí!, con reverencia.
Y sabiendo que El oye...
Así que duerme tranquilo.

(Mmm... Caray Wilson, si supieras amigo,...
nadie se pone de acuerdo acerca de cómo hablar con Dios...zzzzzzzzzz)