jueves, 10 de mayo de 2012

Dios no es como me enseñaron, pero está ahí...




Vaya noche… relámpagos y truenos literalmente volaban por los aires, resplandecían con grandes destellos. Parecía que cada uno avivaba más y más la furia del viento y de la lluvia, que ululaban juntos con furia.

Sí Wilson, la naturaleza se desató con un despliegue de poder que jamás había visto. Y sí Wilson tuve miedo… por momentos pensé que era el fin. Me vino a la memoria un texto de la Biblia donde alguna vez leí que las islas dejarían de existir. Que desaparecerían de la tierra. Tanto fue mi miedo, que por momentos me pareció haber tenido la visión de un jinete montando un caballo blanco descendiendo del cielo a la tierra. Y detrás un ejército a caballo. En medio de tal conflagración, había momentos que no tenía claro, si lo soñé o lo vi. 

Había instantes que no sabía si seguía vivo, o si ya había muerto en esa profunda obscuridad que quedaba después del deslumbramiento de los fogonazos de los relámpagos y el bramido de los truenos. Llegué a pensar en lo que solían enseñar en la iglesia. Que los creyentes seríamos arrebatados para no ver el juicio de Dios. Y luego, al instante siguiente pensaba si no era demasiado tarde para mí.

Pero aquí, qué podía yo hacer para pecar… no tengo de quién codiciar nada, ni siquiera de ti. Paso tantas horas pensando cómo sobrevivir, y haciendo lo necesario para alimentarme, para proteger mis pies, y cuidarme de las quemaduras del sol. Que de verdad, no recuerdo cuándo fue la última vez que pensé en aquellas fotos de mujeres desnudas.  Ni  cuándo insulté a alguien, o cuándo reñí con alguien. O cuándo miré con lascivia a la esposa de alguien. No Wilson, no he vuelto a beber ron, ni whisky… si hasta el agua de coco no la he vuelto a beber desde que me causó diarrea.

Cuando llegué a la isla empujado por la marea, recuerdo haberle dado gracias a Dios. ¿Cómo podría pecar estando en este aislamiento? Sí Wilson, sí… ya lo sé. Hace mucho tiempo que no pienso en Dios de la manera que solía hacerlo cuando me reunía en la iglesia. En ocasiones no sé si este aislamiento me ha sido benéfico, o si  ha sido como una maldición. Porque Dios ha probado mi fe, incitando mi inteligencia y mi razón a pasar mis conceptos y paradigmas acerca de El, por el tamiz del conocimiento, de la lógica y la razón. Poniéndome delante, una a una las razones que me abrían los ojos a las mentiras que las religiones enseñan sobre cómo es Dios, y sobre quién es Dios. Y pese a toda la evidencia de mentira, y a toda sensación de haber perdido mi confianza en el Dios que antes conocí. Me ha bastado la sola y persistente presencia de Dios, para que mi fe en El renazca. Y si no ha sido Dios quien me ha llevado a cuestionar mi fe, quizá entonces, esta sea la única alternativa que he tenido para pecar contra Dios, estando solo. Escudriñar la verdad, dudando de cada palabra transcrita por los hombres. Aquí solos Wilson, tú y yo, no hay quién me siga inculcando cómo es Dios. Y tú, bueno, pues respetas mi forma de creer, y te lo agradezco Wilson. 

En ocasiones pienso si realmente me escucha cuando le llamo. Y dudo. Pero en momentos como el de anoche… bueno, si Dios no me oye, yo no sé entonces, a quién le debo estar hoy a salvo. Sí Wilson, no exagero. ¿Qué tal si me hubiera caído una palmera encima? ¿O si alguna roca se hubiera desprendido y rodando cuesta abajo me golpeara o peor aun, me rodara por encima? Seguro que ni tiempo habría tenido de darme cuenta y de un momento a otro, habría muerto… ¿A qué, o a quién le debo haber dejado atrás la tormenta de anoche, y haber tenido oportunidad de mirar la luz del día de hoy?

Y no creas que solamente esto. Días hay en que no he logrado pescar un solo pez, a pesar de haber colocado la mejor de mis trampas en el lugar que sé que debo pescar… y sin embargo, he podido pescar hasta con una horqueta. ¿De qué depende esto? Del azar, de la buena suerte, o del cuidado de Dios. ¿Por qué solamente yo me pude salir a salvo de aquel naufragio? ¿Fue solo mi voluntad de vivir  por lo cual alcancé la playa estando inconsciente? Junto conmigo habían personas mejores que yo, más fuertes, más capaces, más jóvenes, y sin embargo, ellos no sobrevivieron, pero yo sí. ¿Qué quiere Dios conmigo?

¡No lo sé! Wilson, después de todo, yo estoy aislado del resto del mundo, y no tengo idea si alguna vez podré dejar esta isla! Sin embargo, pensar que Dios tiene un propósito para mantenerme con vida, es lo que me ha permitido seguir buscando cómo sobrevivir, y tratando de entender Quién, y cómo es Dios. Y qué quiere de mí, y qué quiere Dios que diga a los demás acerca de El, si es que algún día Dios quiere que así lo haga. De no ser por esto, quizá ya habría dejado de luchar por salvarme, por sobrevivir... por creer. 

Sabes Wilson… a veces creo que un día saldré de esta isla para decirle a otros cómo Dios me libró de morir, cómo me sustentó. Para que otros sepan cómo y para qué sobrevivir, a los problemas, a las dudas. A las mentiras. Así es Wilson, Dios no me ha dejado… Dios no es como me enseñaron, pero está ahí, presente en mi vida Wilson. Aunque ni tú ni yo seamos capaces de verlo… aunque no podemos explicarlo, y mucho menos comprenderlo. Sí Wilson, Dios estuvo presente en la tormenta, El me cuidó de la furia de los elementos. De no haber sido Dios, ¿Quién otro podría haberlo hecho?