Vaya noche…
relámpagos y truenos literalmente volaban por los aires, resplandecían con
grandes destellos. Parecía que cada uno avivaba más y más la furia del viento y
de la lluvia, que ululaban juntos con furia.
Sí Wilson, la
naturaleza se desató con un despliegue de poder que jamás había visto. Y sí Wilson
tuve miedo… por momentos pensé que era el fin. Me vino a la memoria un texto de
la Biblia donde alguna vez leí que las islas dejarían de existir. Que
desaparecerían de la tierra. Tanto fue mi miedo, que por momentos me pareció
haber tenido la visión de un jinete montando un caballo blanco descendiendo del
cielo a la tierra. Y detrás un ejército a caballo. En medio
de tal conflagración, había momentos que no tenía claro, si lo soñé o lo vi.
Había instantes que no sabía si seguía vivo, o si ya había muerto en esa profunda obscuridad que quedaba después del deslumbramiento de los fogonazos de los relámpagos y el bramido de los truenos. Llegué a pensar en lo que solían enseñar en la iglesia. Que los creyentes seríamos arrebatados para no ver el juicio de Dios. Y luego, al instante siguiente pensaba si no era demasiado tarde para mí.
Había instantes que no sabía si seguía vivo, o si ya había muerto en esa profunda obscuridad que quedaba después del deslumbramiento de los fogonazos de los relámpagos y el bramido de los truenos. Llegué a pensar en lo que solían enseñar en la iglesia. Que los creyentes seríamos arrebatados para no ver el juicio de Dios. Y luego, al instante siguiente pensaba si no era demasiado tarde para mí.
Pero aquí, qué podía
yo hacer para pecar… no tengo de quién codiciar nada, ni siquiera de ti. Paso
tantas horas pensando cómo sobrevivir, y haciendo lo necesario para
alimentarme, para proteger mis pies, y cuidarme de las quemaduras del sol. Que
de verdad, no recuerdo cuándo fue la última vez que pensé en aquellas fotos de mujeres desnudas. Ni cuándo insulté a alguien, o cuándo reñí con
alguien. O cuándo miré con lascivia a la esposa de alguien. No Wilson, no he
vuelto a beber ron, ni whisky… si hasta el agua de coco no la he vuelto a
beber desde que me causó diarrea.
Cuando llegué a la
isla empujado por la marea, recuerdo haberle dado gracias a Dios. ¿Cómo podría
pecar estando en este aislamiento? Sí Wilson, sí… ya lo
sé. Hace mucho tiempo que no pienso en Dios de la manera que solía hacerlo
cuando me reunía en la iglesia. En ocasiones no sé
si este aislamiento me ha sido benéfico, o si
ha sido como una maldición. Porque Dios ha probado mi fe, incitando mi
inteligencia y mi razón a pasar mis conceptos y paradigmas acerca de El, por el
tamiz del conocimiento, de la lógica y la razón. Poniéndome delante, una a una
las razones que me abrían los ojos a las mentiras que las religiones enseñan
sobre cómo es Dios, y sobre quién es Dios. Y pese a toda la evidencia de
mentira, y a toda sensación de haber perdido mi confianza en el Dios que antes
conocí. Me ha bastado la sola y persistente presencia de Dios, para que mi fe
en El renazca. Y si no ha sido Dios quien me ha llevado a cuestionar mi fe,
quizá entonces, esta sea la única alternativa que he tenido para pecar contra
Dios, estando solo. Escudriñar la verdad, dudando de cada palabra transcrita
por los hombres. Aquí solos Wilson,
tú y yo, no hay quién me siga inculcando cómo es Dios. Y tú, bueno, pues
respetas mi forma de creer, y te lo agradezco Wilson.
En ocasiones pienso
si realmente me escucha cuando le llamo. Y dudo. Pero en momentos como el de
anoche… bueno, si Dios no me oye, yo no sé entonces, a quién le debo estar hoy
a salvo. Sí Wilson, no
exagero. ¿Qué tal si me hubiera caído una palmera encima? ¿O si alguna roca se
hubiera desprendido y rodando cuesta abajo me golpeara o peor aun, me rodara
por encima? Seguro que ni tiempo habría tenido de darme cuenta y de un momento
a otro, habría muerto… ¿A qué, o a quién le
debo haber dejado atrás la tormenta de anoche, y haber tenido oportunidad de
mirar la luz del día de hoy?
Y no creas que
solamente esto. Días hay en que no he logrado pescar un solo pez, a pesar de
haber colocado la mejor de mis trampas en el lugar que sé que debo pescar… y
sin embargo, he podido pescar hasta con una horqueta. ¿De qué depende esto? Del
azar, de la buena suerte, o del cuidado de Dios. ¿Por qué solamente yo me pude salir a salvo de aquel naufragio? ¿Fue solo mi voluntad de vivir por lo cual alcancé la playa estando inconsciente?
Junto conmigo habían personas mejores que yo, más fuertes, más capaces, más
jóvenes, y sin embargo, ellos no sobrevivieron, pero yo sí. ¿Qué quiere Dios
conmigo?
¡No lo sé! Wilson,
después de todo, yo estoy aislado del resto del mundo, y no tengo idea si
alguna vez podré dejar esta isla! Sin embargo, pensar
que Dios tiene un propósito para mantenerme con vida, es lo que me ha
permitido seguir buscando cómo sobrevivir, y tratando de entender Quién, y cómo
es Dios. Y qué quiere de mí, y qué quiere Dios que diga a los demás acerca de
El, si es que algún día Dios quiere que así lo haga. De no ser por esto, quizá ya habría dejado de luchar por salvarme, por sobrevivir... por creer.
Sabes Wilson… a
veces creo que un día saldré de esta isla para decirle a otros cómo Dios me
libró de morir, cómo me sustentó. Para que otros sepan cómo y para qué
sobrevivir, a los problemas, a las dudas. A las mentiras. Así es Wilson, Dios
no me ha dejado… Dios no es como me enseñaron, pero está ahí, presente en mi
vida Wilson. Aunque ni tú ni yo seamos capaces de verlo… aunque no podemos
explicarlo, y mucho menos comprenderlo. Sí Wilson, Dios
estuvo presente en la tormenta, El me cuidó de la furia de los elementos. De no haber sido Dios, ¿Quién otro podría haberlo hecho?
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