¡Ah! Qué bueno estar
bajo esta sombra Wilson… qué cansado vengo de la playa. ¡Sí! Adivinaste Wilson,
vengo de allá, de haber enviado una nota más al mar para ver si esta vez sí da
resultado…
Aunque en ocasiones
me pongo a pensar, si realmente quisiera salir de este aislamiento.
La sombra de las
palmeras me parece más agradable por momentos, que la mejor de las compañías….
¡No Wilson!, no me refiero a ti, por favor no te sientas aludido. Tú eres la
mejor de las compañías que podía tener en este lugar. Sucede que en ocasiones
hablamos sin pensar mucho lo que vamos a decir.
No me refiero a ti,
sino a las personas que conocí antes de llegar a este lugar de soledad.
Y no es que aquellas
personas no fueran mejores que yo en muchos aspectos.
No, en realidad
conocí personas respetables, eficientes, bondadosas, y otras no tanto.
Lo que digo, es que
ahora comprendo por qué los jóvenes son renuentes a seguir los caminos
establecidos.
Cuando miran el
entorno que los viejos les van dejando, cuando ven la podredumbre, la
hipocresía tomando asiento y poder en todo lo que rodea a las sociedades, a los
poderes de gobierno, a las cúpulas religiosas. A la moral arcaica, muerta, en
descomposición franca del mundo en que vivimos.
Los jóvenes no
pueden menos que inclinarse a la rebeldía, a la anarquía.
Arremeter en contra
de todo lo establecido. Los menos violentos se esforzarán por cambiar mediante
las Instituciones, ejerciendo su derecho al voto, a militar en la oposición.
A hacer su mejor
esfuerzo por lograr la excelencia académica, para así ofrecer sus servicios a
los necesitados.
Antes la humanidad
que el lucro.
Antes el bienestar
social que amasar bienes y fortunas.
Así era mi
generación Wilson.
Recuerdo que
alrededor de los treinta y tantos, solía mirar que la gente de empresa, la
gente con iniciativas de progreso, de cambio en todo lo social, era gente de mi
generación.
Miraba con asombro
gustoso pequeños empresarios, políticos en ciernes, científicos, y todo tipo de
gente productiva, estaba empujando hacia una reforma social profunda, hacia un
cambio en la economía pública, en una distribución más equitativa de la riqueza.
Estábamos al borde
de lograr la restauración de la moral, de la ética. El surgimiento del país donde nací…
Pero nada sucedió
amigo, nada…
¿Sería cuestión de
reformar la fe?
¿Sería que no se
puede tener moral sin tener Dios?
¿Sería que la
hipocresía es resultado de las religiones,
… o es naturaleza
humana?
No lo se, querido
amigo,…
todos tenemos algo
bueno, y algo malo en nuestra mente, en nuestra alma.
Aunque en efecto hay
ejemplares entre los humanos que destacan en lo uno o en lo otro.
En ocasiones la vida
parece ser una espiral, y en otras,
la Historia parece
que solamente da vueltas en un mismo plano,
como un viejo
Sansón, que solamente da vueltas a la misma piedra de molino.
Ciego, encadenado,
derrotado por sus propios vicios…
Porque no fue la
traición de Dalila, lo que perdió a Sansón
… él solo por su
necedad, le dio el secreto de su fuerza, y se metió en su cama, y se bebió el
vino que lo adormeció para que los Filisteos lo pudieran dejar ciego y
encadenado.
Sí Wilson, mi
generación también traicionó sus ideales, también fue como Sansón, víctima de
sus propios vicios,
… y se dejó seducir.
Y hoy es como un
viejo Sansón, fuerte y rabioso, pero encadenado y ciego.
Así somos los
hombres, no que Dios quiere que así seamos, no que el diablo nos engañe.
Sino nosotros
vendemos nuestra libertad a quien nos sabe seducir.
¡Qué bueno Wilson!
Que tú seas solamente un balón con el rostro pintado.
Que duermas bien
amigo… ¡Veremos qué suceda el día de mañana!
(Lo que es seguro, es que mañana o después lanzaré otra nota al mar....
¡¡Ahhhhh!!..... ¡Cajum!.... Zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz)
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